lunes, 1 de diciembre de 2008

Hasta Orleans pasando por Versalles



Una vez finalizada la visita de París, alquilamos un coche para iniciar nuestro recorrido por el Valle del Loira, pero antes pasamos el día en el palacio de Versalles.


Para ser sincero, me decepcionó un poco. El palacio no es más espectacular que los que se puedan ver en España, o los de Viena, que son los que conozco. Eso sí, los jardines son espectaculares. El tamaño del recinto es tan enorme que te alquilan coches eléctricos para recorrerlo. En el interior del recinto hay una granja, teatros y pequeños edificios desperdigados, y hasta un pequeño pueblo a capricho de María Antonieta.

La cola de entrada al palacio es bastante larga, y hay dos, una para coger las entradas, y otra para acceder al palacio. La primera nos la ahorramos, porque habíamos cogido las entradas en la FNAC de los Campos Elíseos en París. Es una opción, te cobran comisión, pero te ahorras una cola. Si vas en coche, hay aparcamientos públicos (y caros, por supuesto) a la entrada del recinto.

Una vez visto el palacio, que tranquilamente te lleva casi todo el día salimos dirección Orleans. Nuestro GPS nos llevó sin mayores problemas a la ciudad. Nos costó un poquito encontrar alojamiento, pero finalmente lo encontramos en un pequeño hotel cerca del centro de la ciudad. No es que estuviera muy allá, y era un pelín caro, pero cumplía y estaba cerca del centro.

Salimos ya de noche a ver la ciudad, que al principio parecía desierta. Solo vimos a unos pocos despistados en los alrededores de la catedral, preciosa, por cierto. Hasta que llegamos a la zona de marcha de la ciudad, donde debía estar toda la gente que no habíamos visto hasta entonces. Cenamos en un bar de la zona, y tomamos unas cañas ... un poco agitadas, pues al lado nuestro se montó una pelea entre un personaje bastante borracho y un camarero harto de que no dejara en paz a sus clientes. El despliegue policial fue tremendo para una simple pelea, y la calle se llenó de coches de la gendarmerie. Hicimos amiguitos con unos franceses muy majetes de la mesa de al lado, que pese a lo que acababamos de presenciar, Orleans era una ciudad muy tranquila y hospitalaria.

Cansados ya de todo el día, nos fuimos a nuestro hotel, y mañana será otro día

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