Abandonamos el valle del Loira para pasar al distrito de Bretaña. La primera parada iba a ser el pueblo de Rochefort en Terre. Es un pequeño pueblo turístico lleno de flores por todas las casas y con un aspecto medieval.
Desde allí fumos a la ciudad costera de Vannes. La verdad es que paramos por casualidad, y fue un acierto. La ciudad tiene un recinto amurallado muy interesante.

En lel complejo hay además varios dólmenes y túmulos funerarios repartidos por toda la zona, y un centro de interpretación donde te orientan un poco. Además, dispone de una terraza encima del museo desde la que se pueden observar buena parte de las alineaciones.
Y como hacía buen día y estabamos junto a la costa, decidimos ir un rato a la playa. Por allí también había menhires desperdigados. Estos galos... lo que se aburrían.
Tras la siesta en la playa, cogimos otra vez el coche para ir hasta Quimper, que sería nuestro siguiente final de jornada. Cerca de la estación de trenes hay varios hoteles, alguno de los cuales venía señalado en nuestra guía. Al principio no nos convenció ninguno, pero encontramos uno en el que nos dieron un apartamento completo con dos habitaciones, salón y baño al precio de una habitación sencilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario